martes, 28 de febrero de 2017

Una vida de amor (exposición)


Tomado de 14ymedio.com:

Exposición de 95 abanicos que pertenecieron a la colección personal de la poetisa cubana Dulce María Loynáz (1902-1997), Premio Nacional de Literatura en 1987 y Premio Cervantes en 1992. Las hermosas piezas pertenecen a diferentes épocas, estilos, técnicas, materiales y algunas están firmadas por artistas reconocidos como Madeleine Lemaire, afamada pintora francesa del S.XIX o los  famosos Vernis Martin creados en el siglo XVIII.
También se mostrarán abanicos pertenecientes a grandes familias cubanas como los de la marquesa de Zuazo Rendón y la marquesa de Pinar del Rio. Parte de la muestra se renueva cada 15 días hasta completar los 95 abanicos seleccionados para exponer. 
Museo Nacional de Artes decorativas (Calle 17 # 502. El Vedado. Ciudad de La Habana. Tel. 7-830-9848)
Inicio: Martes 14 de febrero 2017
Fin: Viernes 30 de junio de 2017

jueves, 23 de febrero de 2017

El Almendares..., no el de Dulce María


José Alejandro Rodríguez en Juventud Rebelde

El Almendares que inspiró a Dulce María Loynaz, al punto de escribirle un amoroso poema, nada tiene que ver con el que se topa todos los días la septuagenaria Neida M. Sánchez Rodríguez, quien lleva viviendo casi 50 años al pie de los márgenes de ese río habanero, en la Avenida 47 No. 1417, entre 14 y 18, en el municipio capitalino de Playa.
Neida me confiesa atormentada e inconforme que a diario contempla con tristeza cómo lo que media entre esa arteria y la orilla, precisamente a unos pocos metros del Parque Almendares, se ha convertido en un gran basurero, muy pestilente.
Lo que fue un agradable organopónico, señala, es hoy un asentamiento marginal, cubierto por un cercado hecho de cuanto traste han encontrado los improvisados emprendedores de tal ilegalidad.

«La historia de suciedad y abandono de esa área —refiere—, data de años. Y contribuyen en gran medida todas las entidades e instituciones situadas frente a las márgenes del río, las cuales concluyen sus labores y no les interesa en absoluto velar por la higiene de sus alrededores.
«Pero hay que decir también que personas insensibles e inescrupulosas vierten allí basura y escombros, sin que nadie sea capaz de intervenir para detenerlas. ¿Qué hacen las autoridades que deben velar porque esas ilegalidades no se produzcan, Dirección del Parque Metropolitano, Medio Ambiente, Servicios Comunales, Planificación Física y otras?».
Manifiesta la señora que, con el auge del turismo internacional, esa avenida es recorrido diario de grandes caravanas de automóviles convertibles repletos de visitantes, quienes cámara en mano transitan por esa hermosa y a la vez sucia realidad, para vergüenza de Neida, y escarnio a aquella sensible poetisa que le dedicó sus versos en Juegos de Agua.

jueves, 16 de febrero de 2017

¿Editan en Cuba las "Cartas que no se extraviaron"?

Portada de la edición española . Fundación Jorge Guillén/ Fundación Hermanos Loynaz. 1997

"Además, se efectuó el lanzamiento de Las Cartas que no se extraviaron, una compilación de 92 misivas que dirigió Dulce María Loynaz a personalidades de su época, y que por no tener la intención de ser publicadas develan la personalidad más íntima de la autora, destacó Curbelo"

Leer artículo en CubasiLos premios Hermanos Loynaz de narrativa, poesía y literatura infantil, en su edición 27, fueron entregados hoy en la sala José Lezama Lima de la fortaleza San Carlos de La Cabaña, en La Habana.

Artículos relacionados: A Virgilio Piñera (1938)

martes, 14 de febrero de 2017

lunes, 13 de febrero de 2017

Dulce María Loynaz y Mary Tarrero de Prío


Foto tomada de un álbum perteneciente a Carmen Navarro de Casero, escritora nacida en Santiago de Cuba (1912) y quien fuera esposa de uno de los alcaldes de esa ciudad, Luis Casero Guillén.

© University of Miami Digital Collections.


domingo, 5 de febrero de 2017

El Museo Nacional de Artes Decorativas exhibirá colección de abanicos de Dulce María Loynaz


La Habana, 4 feb (PL) Para recordar a quien fuera una de las más grandes escritoras cubanas, el Museo Nacional de Artes Decorativas organiza hoy su exposición transitoria 95 años de vida de Dulce María Loynaz, Colección de Abanicos.

Esta es la segunda vez que el público podrá disfrutar de esas piezas, luego de 59 años de su primera exhibición, en el Museo Nacional de Bellas Artes. A partir del próximo 15 de febrero y hasta junio se mantendrá abierta la muestra.

Realizados en diferentes épocas, estilos, técnicas y materiales, se podrán admirar abanicos firmados por artistas como Madeleine Lemaire, pintora francesa del siglo XIX o los famosos modelos Vernis Martin, creados en el XVIII, precisaron los organizadores.

Estos 95 objetos integraban la colección personal de la poetisa, merecedora del Premio Nacional de Literatura en 1987 y Premio Cervantes en 1992.

Además, se exhibirán otros pertenecientes a familias adineradas de la época colonial como los de la marquesa de Zuazo Rendón y la marquesa de Pinar del Río.

Los especialistas renovarán parte de la exposición cada 15 días para mayor disfrute del espectador y así poder completar el total de piezas seleccionadas, difunde el Museo Nacional de Artes Decorativas.

Cuando apenas era una niña, Dulce María Loynaz comenzó a coleccionar abanicos y los inventariaba cuidadosamente. Para esta ocasión, las piezas fueron restauradas por las especialistas Raisa Ruiz y Teresa Zayas.

De acuerdo a las curadoras María Rosa Oyarzabal y Lidis Nubia Rodríguez, esos abanicos destacan por la riqueza de sus materiales y la imaginación decorativa.

La extensa obra poética de Dulce María Loynaz (1902-1997) no solo influyó en la lírica cubana, sino también en la universal.

Entre su obra destaca, además, el libro Jardín, publicado en España en 1951, texto que es considerado precursor de los recursos narrativos propios del realismo mágico y de la actual novelística hispanoamericana.



sábado, 4 de febrero de 2017

Dulce María Loynaz invita a Gabriela Mistral a su casa (diciembre 1952)


Querida amiga nuestra:

Quiero decirle en primer lugar lo contentos que estamos mi marido y yo con esta carta suya que creo constituye una promesa, y por la cual Vd. consiente en pasar en Cuba y en casa "siquiera un dia"
Serán los dias que Vd. quiera, en nada deseamos violentarla, ni aun en nombre del cariño y la admiración  que por Vd. sentimos. Igualmente le aseguro que allí recibirá Vd a las personas en que lleve gusto, y si no lleva gusto en ninguna, pues aunque yo tenga que pelearme con todo el mundo, no recibirá ninguna. Ni aun a mi, si no me llama, ya ve.
La pasaraá Vd. mejor de lo que piensa pues aunque nada pudiéramos ofrecerle solo con la devoción que iba a rodearla se sentiría Vd. confortada en sus muchos cansancios.
(Se que la palabra "confortada"  no va a gustarle, pero yo no tengo otra para expresarle con un mismo sentido lo que esta quiere decir).
En segundo lugar, Gabriela inolvidable, debo defenderme de algo que Vd. me está diciendo desde el primer instante en que nos encontramos en Rapallo.
Del hecho de que cuando visitó Vd. La Habana, yo no fuera a saludarla, deduce que era o soy yo una criatura orgullosa, o por lo menos que fue aquel un rasgo de orgullo.
Permítame amiga mia demostrarle que precisamente esa actitud indica todo lo contrario. Pues el orgullo hubiera estado en ser su amiga, en exhibirme con Vd. en lugares públicos, en fin en que todo el mundo viera que Gabriela Mistral me distinguía con su trato.
Ya Vd. era una consagrada, una escritora de fama continental (y no digo universal para no lastimar mas su modestia). No le habían dado el Premio Nobel, pero a fe que no lo necesitaba para que se supiera ya entonces que Vd. era la primera poetisa del mundo.
¿Y quien era yo? Pues nada. O si era algo nadie estaba por aquel momento enterado.
¿Me imagina Vd. tan vanidosa de creerme yo solita un genio sin que los demás hicieran nada por asegurarmelo? Creo que no.
Vea Vd. en mi actitud una naturaleza huraña, acaso mas bien tímida… En fin vea Vd. hasta una descortesía que es pecado en el que mucho me apena caer y en el que poco caigo, pero no me lo tome por altivez, cuando era Vd. la única que tenía derecho a ser altiva.
Paso unos días en Nueva York, pero para la Nochebuena ya estaré de regreso.
Voy a esperarla como a los Reyes Magos, con la misma ilusión, con la misma confianza, con el mismo corazón de niña que perdí hace tanto tiempo.
No me tenga, se lo ruego, sin noticias. Verá como en Cuba, su reuma va a desaparecer como por encanto… Así sucedió con la señora del Ministro del Uruguay, veinte años padeciendo y veinte días en Cuba bastaron para curarla. Pablo besa su mano, yo la sujeto para que esta vez no se me vaya.

Suya

Dulce María

PD
Gabriela, la dirección de mi nueva casa y que tan sinceramente le ofrezco es Calle 19 número 502. Vedado. Va también al dorso del sobre. Aunque es una casa grande sin niños, está llena de calor de hogar.