jueves, 29 de septiembre de 2016

Celebran 90 años de la Academia Cubana de la Lengua

Ni una palabra de recordación a Dulce María Loynaz, quien acogió en su propia casa durante varios años la sede de la Academia, asumiendo de su bolsillo la mayoría de los gastos.


La cancelación de un sello conmemorativo por el aniversario 90 de la Academia Cubana de la Lengua (Acul) tendrá lugar hoy a las 10:00 a.m. en el tercer piso del Edificio Santo Domingo (Obispo, entre San Ignacio y Mercaderes, La Habana Vieja), con entrada libre.
La emisión postal contará con la firma de Nancy Morejón —directora de la Acul entre 2012 y 2016—, Rogelio Rodríguez Coronel —actual director de la institución— y Marisela Fong Rodríguez, representante del Ministerio de Comunicaciones.
La celebración de la histórica fecha continuará mañana con una sesión solemne y pública del pleno de esa institución cultural. La velada se celebrará en el Aula Magna del Colegio Universitario de San Gerónimo, a las 4:00 p.m., con la presencia de importantes personalidades del mundo académico.
Entre los invitados destacan el Dr. Darío Villanueva, director de la Real Academia Española (RAE) y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) y el Dr. Francisco Javier Pérez, secretario general de la Asale.
La Acul fue fundada en 1926 por relevantes personalidades del entorno cultural cubano, entre quienes destacan Fernando Ortiz, Enrique José Varona, Manuel Márquez Sterling y Jorge Mañach.

sábado, 24 de septiembre de 2016

El "asesinato" de Dulce María Loynaz por el crítico Enrique Anderson Imbert en 1976


"...Para no ofender la modestia de las distinguidas escritoras que estan presentes en esta reunión, lo discreto será,que de ahora en adelante, me refiera solamente a las desaparecidas.

En el período postmodernista hay una prosista deliciosa: la venezolana Teresa de la Parra, autora de “Ifigenia: Diario de una señorita que escribía porque se fastidiaba” donde, en busca del tiempo perdido, comenta de paso la injusta posición de la mujer criolla.Y en la poesía, brilla la constelación de la chilena Gabriela Mistral -el primer Premio Nobel de literatura acordado a nuestra América-, la uruguaya Delmira Agustini, de encendido erotismo, y la argentina Alfonsina Storni, para mí la poetisa que mejor ha visto las problemáticas relaciones de la mujer con el hombre. De las escritoras que han muerto recientemente baste mencionar a la brasileña Cecilia Meireles, a la mexicana Rosario Castellanos, a la puertoriqueña Julia de Burgos, a la uruguaya Sara de Ibañez, a la cubana Dulce María Loynaz, a la chilena Marta Brunet y a las argentinas Norah Lange y Alejandra Pizarnik".

Discurso de apertura del Congreso Interamericano de Escritoras. San José State University, 10 de abril de 1976.

"El realismo mágico y otros ensayos". Monte Ávila editores, 1976. pág. 168

domingo, 18 de septiembre de 2016

Enrique Loynaz en Canadá

Foto: Pinos en Montréal

"Tenía ya quince años…Me fui al Canadá y fue allí donde, con los conocimientos poéticos de familia: Núñez de Arce, La Pesca, Campoamor, El tren expreso, escribí la poesía primera del campo de los rieles, un trece de mayo. Me sentí aterrado, la encontré muy mal, y sobre todo muy diferente a las demás que yo conocía como obras maestras. Los pinos del Canadá tienen una suavidad infinita entre sus ramajes. Empecé a sentir un amor profundo, puro, pacífico hacia la belleza. Me parecía que la belleza la tenía yo adentro. Me convertí en la criatura más vanidosa entre todas las criaturas de la selva norteamericana; había ardillas, había árboles pequeñitos de flores azules, que olían a naranja ; había campos de cranberry (1) y campos de fresas rojas y de moras negras y yo no comprendía toda esta paz silvestre, tan libre, tan libre siempre de las deformaciones del mundo. Yo no comprendía. Me acordaba que mi familia después de haberme considerado un ser inútil, me sentía ahora de una manera inesperada y muy distinta. Me acordaba que Barwich me había dicho que yo tenía un buen gusto; y efectivamente a nadie podían chocarle tanto como a mí las cosas feas, ni siquiera les tenía lástima; me sentía bello por fuera, porque mis cabellos se habían puesto negros y un blanco azuloso había sustituido por completo la amarillez de mi cara enferma, ¡porque por primera vez en mi vida estaba saludable!, saludable y sin embargo muy delgado como un hilo de plata, como una cadena de marfil. Bello ¡porque en la aldea decía que no había nadie más bello, y que parecía como un profeta a quien los caballos rabiosos de la boca no se atrevían a morder! Bello porque tenía quince años, porque conocía la belleza y la amaba tanto".

(1) Arándanos

Fragmento de una carta autobiográfica de Enrique Loynaz enviada a José María Chacón y Calvo en 1924. La carta está contenida en la Poesía Completa de Enrique Loynaz, publicada por "Letras Cubanas" en 2007 , compilada y prologada por Angel Augier.

viernes, 9 de septiembre de 2016

La edición costeada por Enrique Loynaz de un libro de Pablo Armando Fernández

Foto: todocolección.net


"Yo publiqué un libro en 1953, porque Enrique Loynaz Muñoz me dio el dinero necesario; yo no tenía para pagarlo. En aquellos años llegué a Cuba buscando un trabajo, aprovechando mi condición de bilingüe, que me permitiera comer y dormir".

Pablo Armando Fernández  entrevistado por A. Zabaleta durante una visita a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

martes, 6 de septiembre de 2016

Caminos que se entrecruzan: Teté Bances, Carmen Zayas Bazán y Dulce María Loynaz


Postal enviada por Teté Bances el 17 de mayo de 1902 a su amiga Lucila Morales (Probablemente se trate de Lucila Morales Finlay, bisnieta de Carlos J. Finlay). Foto: © www.dulcemarialoynaz.com


En el ensayo titulado "José de la Luz León" aparecido en  libro "Ensayos Literarios", publicado por la Universidad de Salamanca en 1993, Dulce María argumenta:

"Ya un argentino, Ezequiel Martínez Estrada, había intentado, no defenderla, como cree Luz León, sino más bien explicar su caso, que no es lo mismo. Pero aun esto lo hace como de pasada, como si en realidad esta mujer hubiera sido un episodio lamentable aunque intrascendente en la vida de Martí. A la esposa del Héroe (así, con mayúscula como él lo escribe) le dedica veinticinco renglones en un libro de quinientas páginas.
José de la Luz León algo más: reúne trece cartas que aún conservan el calor humano y las convierte en punto de partida para elaborar su tesis. En torno a estas misivas va engarzando elementos de juicio que, un avez ordenados y fortalecidos con nuevos datos, habrían de redondear un libro.
Es pena que hoy tengamos que considerarlo inconcluso, casi un boceto, ya que la enfermedad o la desilusión le impidió concluir lo empezado. Pero, tal vez, como quedó, estimo que hay allí buen acopio de razones y papeles, el suficiente al menos para considerar la obra que pudo ser.
Los papeles son pocos, pero muy valiosos : once cartas dirigidas por ella a Martí, entre los años 1880 y 1890, y dos más de una tía y de una hermana esforzándose por volverlo a él al amor de su esposa.
Es de pensar que hubo más cartas en esos diez años transcurridos: Luz león lo sospechó siempre y sospechó también el lugar donde podían encontrarse ; la casa donde vivió y murió el hijo de Martí, casado con doña María Teresa Bances y Fernández Criado, recientemente fallecida*
Era natural que este caballero conservara al menos los borradores de las escritas por su madre y con mayor razón las que ésta recibió del esposo.
Con tal motivo, conociendo José de la Luz la amistad que me unía  con la señora Bances Vda. De Martí, me pidió que intentara, cerca de ella, descifrar el enigma de las cartas, cosa que hice por tres veces, llevada no sólo por su interés, sino también por el mío.
Carmen Zayas Bazán se había ido convirtiendo en una sombra inquietante para mí, en una figura patética que se deslizaba como un fantasma por las páginas de nuestra Historia.
Me apena confesar que no tuve éxito en mi misión: en las tres ocasiones en que , sin testigos, le traté en tema, la dama que fue siempre gentil por naturaleza y gentilísima conmigo, me aseguró que nada sabía de tales cartas, aunque , no sé si por librarse de mi insistencia, añadió la última vez que ella presumía que toda esa correspondencia había sido destruida por doña Carmen, su suegra, que tenía un carácter impetuoso.
Había entonces destruido la única prueba que podría tal vez reivindicar su memoria ante los cubanos: la única capaz de revelar en su verdadera magnitud el tenso drama existente entre los dos…"

* 12 de octubre de 1980

Casa de Teté Bances (Centro de Estudios Martianos) en Calzada 103 (actualmente 807) esquina a 4 en el Vedado. Foto: Juventud Rebelde

Teté Bances junto a Cosme de la Torriente y al general Enrique Loynaz del Castillo (padre de Dulce María). Foto: Universidad de Miami Libraries

En el artículo "Nacimiento de un centro" publicado  por Roberto Fernández Retamar en 1997 (Anuario del Centro de Estudios Martianos, número 20), su autor nos cuenta como fue que dicha institución llegó a ocupar la casa de la viuda del hijo de José Martí:

"Para la otra raíz quizá sea más acertada una metáfora distinta: la de cuerpo. Necesitábamos un local. Nos lo ofreció, con gran generosidad, Julio Le Riverend, a la sazón director de la Biblioteca Nacional, quien puso allí a disposición nuestra lo que acabamos llamando « hangar de mariposas ». Espero que la memoria de ustedes no se desperdicie en recuerdos menores, y me permita valerme de algunas palabras que escribí cuando el Centro cumplió diez años. Evoqué entonces que un gran arquitecto y hermano, Fernando Salinas, acondicionó aquel pequeño local con unas fotos sabias, plantas de manso bullicio, unos cuantos muebles y módulos: junto a libros regalados por la Biblioteca Nacional, así se presentó ante el mundo nuestro Centro, pobre pero honrado, como quiere el refranero de los humildes. (Me gusta repetir lo que ha dicho Tito Monterroso: que lo singular es encontrar gente rica pero honrada). El local era además bello, y de ese modo voy a recordarlo siempre. Pero sin duda resultaba muy estrecho, lo que por lo general nos obligaba a realizar nuestras labores públicas (que no eran pocas) en otros ámbitos. Se imponía buscar algo más holgado, y a ello nos dimos, recorriendo sitios muy distintos, como el extraño rosario de casas donde transcurrieron la niñez y la juventud feéricas de Dulce María Loynaz, quien una mañana casi imaginaria me las mostró con su gesto de princesa natural, obviando la circunstancia quizá para ella baladí de que estaban atestadas de gentes. Otro momento intenso de esa búsqueda lo protagonizó Haydeé, cuando a instancias suyas fuimos a visitar a Teté Bances, la viuda de Pepito Martí, como se conoció en la intimidad al hijo del Apóstol. Haydeé, tan fantasiosa como realista, y hecha una diplomática zalamera, quería convencer a Teté de que donara su holgada vivienda al Centro. Tras la muerte de esta, a finales de 1980, la vivienda pasó al Estado Cubano, que en efecto, satisfaciendo la clara intuición de Haydeé, la entregó al Centro, el cual se instaló allí formalmente el 3 de febrero de 1982, y allí (aquí) permanece. Ese día, como era inevitable, aseguré que asistíamos a un acto de justicia poética, según hubiera dicho Goethe. La institución entraba en su madurez".


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Paula María Luzón Pi, la biógrafa de José Francisco desvela otros detalles y fotos del matrimonio con Teté Bances, en este enjundioso artículo publicado en el Juventud Rebelde.