sábado, 11 de noviembre de 2017

Carta a Ofelia Rodríguez Acosta sobre el engaño a las costureras cubanas

Portada de la revista Social del 5 de mayo de 1921




Aparecida en el anexo "De los manuscritos" de la edición crítica de "Jardín", preparada por Zaida Capote Cruz. Editorial Letras Cubanas, 2015. pag. 475

sábado, 7 de octubre de 2017

La asistenta de Dulce María Loynaz



Tomado de: Pepe Navarro, "La voz del caimán". Editorial Blume, 1998

Nota: María del Carmen Herrera Moreno es la heredera universal de Dulce María Loynaz.

jueves, 31 de agosto de 2017

Jardín, una experiencia crítica


Zaida Capote Cruz en "La Ventana"

¿Cómo enfrentar un texto como Jardín? ¿Quién necesita una edición crítica? ¿Qué clase de edición crítica? La verdad, aún no sabía cómo ni quién ni qué cuando decidí ocuparme de la novela. Todo lo que tenía entonces eran dudas. Hacía mucho soñaba con hacer una edición crítica o cuando menos anotada; pero los manuscritos de la novela habían sido donados por Dulce María Loynaz a Aldo Martínez Malo para el Centro Hermanos Loynaz de Pinar del Río. Y el mítico celo de Aldo con aquellos papeles, que gustaba de mostrar a la luz de una vela, misteriosamente, mientras leía algún fragmento ante los azorados ojos de sus invitados, parecía eternizar mi sueño. La primera vez que leí, a instancias de Enrique Saínz, la novela de Dulce María Loynaz no podía sospechar que alguna vez aquel sueño dejaría de ser una ilusión eterna. Una colega sabia, Rosa González, solía animarme, y la vida le dio la razón. Contra todo pronóstico, la oportunidad llegó cuando ya había dejado de esperarla y me ocupaba en otros temas...seguir leyendo

martes, 22 de agosto de 2017

Zaida Capote sobre el artículo publicado en The New Yorker

Leer a Dulce María Loynaz con Celia Cruz de fondo debe ser un ejercicio arduo. Pero todo vale cuando se precisa hilvanar una historia falsa. La reseña publicada por Carina del Valle Schorske en The New Yorker (http://www.newyorker.com/books/page- turner/the-internal-exile-of-dulce-maria-loynaz) sobre la antología Absolute Solitude, traducida por James O’Connor y publicada por Penguin Books, ofrece un perfil de la poetisa cuyos lectores más asiduos apenas podrán reconocer.

Equiparando el exilio de Cruz con el “exilio interno” de Loynaz, la estudiante de la Universidad de Columbia va tejiendo una maraña de referencias espurias. Cada quien puede hacer florecer su creatividad hallando señales inéditas en un texto literario. Esa es la razón de la crítica. Ahora bien, decir que los Poemas sin nombre son textos políticos o que Loynaz “buscó el éxito con su primer libro” son afirmaciones más o menos vanas. Y desconocen, para empezar, la personalidad de Dulce María. Pero afirmar que estuvo presa en 1959, según un testimonio incomprobable, cuando la propia escritora ha contado en Fe de vida —de 1994, aunque escrito en 1978— sobre el registro que hizo la policía en su casa y no menciona prisión alguna, o afirmar que por su procedencia de clase y por no afiliarse al Partido Comunista fue considerada una traidora, es extremarse en la banalización.

Ciertamente, no hubo que esperar a la caída de la Unión Soviética para que en Cuba se leyera de nuevo a Loynaz. Había presidido, en compañía de otros notables poetas cubanos, el Festival Poesía ’68, organizado por la UNEAC. En 1984 se publicó en La Habana un volumen de sus Poesías escogidas, a cargo de Jorge Yglesias. Y ya había recibido la Distinción por la Cultura Nacional y la Medalla Alejo Carpentier cuando Cintio Vitier y Fina García Marruz le organizaron un homenaje en la Biblioteca Nacional José Martí, en 1987. Ese año el Ministerio de Cultura le entregaría el Premio Nacional de Literatura, la distinción más alta que se otorga en Cuba a un escritor. Sus otros libros vieron la luz luego del Premio Cervantes en 1992, cierto; pero me permito dudar si Loynaz hubiera alcanzado tal distinción sin la activa promoción de instituciones cubanas como la Casa de las Américas, cuya colosal Valoración múltiple, al cuidado de Pedro Simón (todavía hoy una de las más útiles vías para acceder a su obra), se había editado en 1991. Y, al parecer, quien promovió activamente la candidatura de Loynaz al Cervantes fue su compatriota Pablo Armando Fernández, miembro del jurado....seguir leyendo

jueves, 17 de agosto de 2017

The Internal Exile of Dulce María Loynaz


Carolina del Valle Schorske en The New Yorker:

"Though Loynaz predicted that “men,” specifically, would be the agents of her abandonment, she began her life blessed by her country’s patriarchs. She was born in 1902, the year that Cuba seized sovereignty from Spain. Her father, Enrique Loynaz del Castillo, was a celebrated figure in the Cuban War of Independence; he fought alongside his friend José Martí. The Loynaz family was not only patriotic but wealthy: chandeliers, white peacocks, private tutors, world travel. In the nineteen-thirties and forties, the family’s palatial home was a hub for the great writers of the Spanish-speaking world, including Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, and Gabriela Mistral. Enrique Loynaz encouraged his firstborn’s talent for poetry, sending her work to Havana’s most important newspaper, La Nación, which published two verses, “Vesperal” and “Winter,” when she was just seventeen. Though she struggled to find success with her first book in Cuba, she found an audience in Spain in the nineteen-fifties, where her next five books were published to great acclaim across the Spanish-speaking world. Juan Ramón Jiménez praised the “mystic irony” of “Ophelia Loynaz the Subtle.” The Uruguayan modernist Juana de Ibarbourou christened her “the first woman of América.” The Mexican megastar Maria Félix considered playing the lead in a film adaptation of “Jardín,” the poet’s only novel"

martes, 27 de junio de 2017

Fábulas del mar


Con portada del diseñador cubano Eduardo Herrera Moreno (*)Fábulas del mar sale publicado en 1994 por la Editorial Loredo de Gijón, España, bajo los auspicios de la Universidad de Oviedo en Asturias, España,  en el marco de las Jornadas Culturales Cuba-Asturias y promovido por la generosidad del Dr. Jesús Ortea Rato, Catedrático de la Universidad de Oviedo en Asturias. Este libro, de treinta y dos páginas, ofrece diez fábulas, dos poemas y veintitrés adivinanzas escritas e ilustradas por Alejandro Herrera y está prologado por la poetisa cubana Dulce María Loynaz, Premio Cervantes de 1992, cercana amiga y familiar del autor, con cuyas palabras nos honramos en iniciar esta sección de la Fundación Cultural Enrique Loynaz, que lleva el nombre de su padre: el General Enrique Loynaz del Castillo, un glorioso dominicano.

Prólogo:

Intervención profana

No es nuevo el estilo de representar por medio de animales que parecen repetirlos, gestos y sentimientos de los hombres. Pero hacerlo exclusivamente dentro de un género o especie, como todo trabajo de selección ya es empresa más difícil, más condicionada a un campo muy reducido en la búsqueda. Tal ha sido a mi juicio el logrado propósito de este joven científico que ha sabido unir la ciencia marina a la literatura infantil.

Los grandes fabulistas -Esopo, Iriarte, Samaniego, La Fontaine- se han movido siempre en amplio campo, el que les brinda la tierra y el aire, pero elegir exclusivamente el hábitat marino para reino de sus criaturas, es cosa que considero una originalidad del autor; ella conlleva la ampliación del horizonte cultural del niño y mueve su interés en nuevos rumbos. Como si esto fuera poco para justificar el hecho de su impresión en letra de molde, puede añadirse que el trabajo ha sido realizado en verso, y en verso asonantado lo cual facilita en gran parte la fijación de lo dicho en la memoria.

El verso es siempre un lujo del lenguaje, pero un lujo en este caso muy eficaz para fijar en la memoria del que lee, la idea que se le quiere trasmitir. He aquí explicada mi intervención en campo ajeno al mío, pero al que en cierto modo me considero con algún derecho ya que si bien en otra forma también he buceado en el mar de la poesía.

Dulce María Loynaz

La Habana, 5 de diciembre de 1994

(*) Suponemos que se trate del hermano de María del Carmen Herrera Moreno, heredera universal de Dulce María Loynaz.


domingo, 14 de mayo de 2017

La luna de miel de Dulce María y Pablo en el Hotel Yara de Matanzas


Tomado de Matanzas City:

Extraña coincidencia, dos destacadas poetisas, Dulce María Loynaz y Carilda Oliver Labra dejan en el Yara historias de grandes amores: la primera su luna de miel con Pablo Álvarez de Caña, cronista social del periódico La Marina; la segunda, el posible lugar de un suicidio amoroso con Hugo Ania, o tal vez de algo más según ella misma se percató y de lo que se deja constancia en el libro Cinco noches con Carilda, de Vicente González Castro: "él había alquilado la habitación por otro motivo ajeno al suicidio, y eso no lo aceptaba". Carilda define el hotel como "pequeño pero muy bonito".

Nota: Pablo Álvarez de Cañas era cronista de "El País", no del Diario de la Marina como erróneamente se señala.

viernes, 12 de mayo de 2017

El Encanto


Foto de portada de "El Encanto", de Susana López Rubio. Espasa, 2017.

"Todavía recuerdo con amargura – y de eso hace ya casi cuarenta años-, que la famosa tienda de ropa El Encanto, que tan aciago fin habría de tener, se negó a exhibir mi modesto librito en las estanterías que para las novedades literarias mantenía, a fin de que se tomaran en serio sus humos intelectuales.

¡Cómo habría de recordar esto mucho tiempo después cuando en Madrid, al transitar por la Gran Vía, veía en las vidrieras de los principales comercios, aunque no se dedicaran a la venta de libros, los míos exhibidos –y ellos solos- junto a la bandera cubana!"

Del libro Fe de vida. Editorial Letras Cubanas. La Habana, 1995.