domingo, 25 de agosto de 2019

Esa casa de Línea y 14



Alfredo Prieto. OnCuba

Al romper la República, la élite isleña había tomado la decisión de eliminar la huella española en la arquitectura, toda vez que no representaba el espíritu moderno, como Francia o Estados Unidos.  Como expresión de los tiempos, una de las obras construidas durante el proceso de ampliación/remodelación del Prado fue la Glorieta, diseñada por el arquitecto francés Charles Brun, donde tocaba la Banda Mayor del Ejército para disfrute de los habaneros, bien sentados en sillas de hierro a su alrededor o iniciando la práctica de plantar en el muro para tomar la brisa que venía del mar.
Cerca vivían Enrique Loynaz del Castillo (1871-1963) y su esposa María de las Mercedes Muñoz Sañudo, descendiente de vascos ilustres en los ámbitos militar y religioso. Un hombre conocido por los habaneros debido a sus méritos durante la Guerra del 95 y por componer el “Himno invasor”. Fue, en efecto, comandante, teniente coronel, coronel y general de brigada, rangos alcanzados por méritos propios, a lo que habría que sumar la confianza de José Martí y el hecho de haber salvado de la muerte a Antonio Maceo en Costa Rica. Cuentan los historiadores que a la salida de un teatro, un español le disparó al Titán por la espalda, hiriéndolo gravemente. Sobre él avanzaba, arma en mano, otro peninsular dispuesto a rematarlo. Pero cuando iba a disparar, una bala del revólver de Loynaz y del Castillo lo puso fuera de combate...seguir leyendo